Cayó en nuestras manos un artículo
interesante de nuestra admirada escritora Blanca Riestra en una lluviosa tarde
de domingo. En él, como perspicaces detectives que somos, vislumbramos una
conexión de un monumento colosal francés con otro de nuestra bien querida
ciudad de A Coruña. No dábamos crédito. ¡Qué insignificante, a veces, se
muestra la Historia ante el devaneo de los siglos que acaban por ensamblarse en
un todo! Los coruñeses, allá por el 1893, contemplaron en su puerto un
monumento magnífico con dirección a la capital francesa. Éste vestiría su
flamante plaza de La Concordia. Y los coruñeses, para no ser menos y absortos
ante tanta belleza, decidieron también tener su monumento insigne a la entrada
de su Calle Real. ¿Sabéis cual es?